lunes, 8 de junio de 2020

¿Por qué paritarias sectoriales para los elencos artísticos de la Nación?

El Convenio Colectivo del sector (Decreto 973) se negoció entre 2006-2008. Fue el primer acuerdo entre partes después de 13 años sin diálogo y sin carrera, con el sueldo congelado.
Se estableció una vigencia de 2 años e iba dar inicio a un diálogo ininterrumpido a través de reuniones mensuales de la CoPIC.

En los 12 años desde entonces no hubo reuniones de la CoPIC ni paritaria. 

El acuerdo salarial del 2006 provocó en el contexto general y para el largo plazo una pérdida del 14-20% con relación a los otros aumentos en el Empleo Público. Hoy, los nuevos integrantes de los 8 organismos cobran un sueldo inicial por debajo de la línea de pobreza. 

El adicional por aporte y mantenimiento de instrumentos e insumos varios ya no compensa los gastos necesarios bajo su concepto.

El canon de las modalidades operativas del Convenio fue un primer intento de dar forma a la flamante comunidad institucional de orquestas, coros y ballets. En los años consecutivos resultó parcialmente fallido, ya que generó en varios puntos más problemas que soluciones. Y es porque no es fácil encontrar denominadores comunes entre disciplinas artísticas tan diversas. Por otra parte, resulta aún mucho más forzado pretender ajustar a todos estos organismos a los términos de un Convenio Marco que fue diseñado principalmente para administradores públicos, o sea: para reglamentar tareas de oficina. 

El Coro Nacional de Jóvenes –después de 30 años de trayectoria un coro de cámara de primer nivel incluso en comparación internacional– quedó en una situación reglamentaria de tal precariedad que hoy está al borde de la disolución

Desde hace 10 años, la Compañía Nacional de Danza Contemporánea desarrolla una intensa actividad que le rindió prestigio nacional e internacional. No hubo aún oportunidad de incorporarla formalmente a la Comunidad del 973, paso imprescindible para darle la misma consolidación institucional que tienen los organismos pares.
También el Poder Legislativo del Estado está en falta con la creación del régimen jubilatorio especial para bailarines que los convenios internacionales para el rubro recomiendan, y varias normas municipales y provinciales ya brindan para otras agrupaciones de ballet y danza en el país. 

Desde hace 5 años el Centro Cultural Kirchner está funcionando sin que el Estado Nacional haya declarado ese centro de la cultura nacional Sede oficial de sus organismos artísticos estables. 

En el Convenio 973 quedó sin contemplar todo el vasto terreno de la producción audiovisual. En la actual cuarentena por la pandemia del COVID19 se hace sentir dolorosamente que el Estado no ha iniciado aún el registro audiovisual de la acción cultural de sus elencos ni el sistemático almacenamiento de contenidos culturales digitalizados con fines de difusión masiva. En este terreno hay muchos interrogantes, tanto jurídicos como técnicos. Difícilmente la patronal pueda explotar la creatividad de sus elencos artísticos para la difusión masiva sin contar con la buena predisposición de todos sus integrantes. Para ello es imprescindible elaborar cánones de garantías de calidad técnica del producto final y de recompensa material por el enorme aumento de exigencia a los artistas que las producciones audiovisuales conllevan. 


Es sabido que las paritarias son un instrumento imprescindible para procurar una suerte de justicia y paz social. Obviamente, paz social implica hoy en Argentina que el Estado Nacional se comprometa con que también los más pobres tengan para comer. Pero no es justo que un gremio de profesionales en el Empleo Público sea perjudicado respecto de otros. La paz social debería extenderse también entre todos ellos. “Los artistas deberían gozar de una condición equitativa y su profesión debería estar rodeada de la consideración que merece”, reza la Ley 24.269 en el inciso 5 de sus “Principios rectores”. 

La Orquesta Sinfónica Nacional mantuvo en 2019 una protesta continua en el Auditorio Nacional, denunciando el maltrato del organismo por parte del Estado. La siempre colmada sala rompió en cada oportunidad en vítores y aplausos para la orquesta, abucheando a cada mención de autoridades nacionales. Faltaba poco a que el público entone el ‘hit del verano’. 
Algo así no es paz social ni política. Una paritaria lo arreglaría. 


La transformación del mundo a raíz de la pandemia del COVID19 parece estimular internacionalmente una convicción ideológica de que se necesitará Estados Nacionales fuertes para enfrentar los desafíos políticos y sociales de nuestros tiempos. 
En consecuencia, cualquier Estado Nacional haría bien en apostar a la consolidación sana de sus instituciones, incluyendo las culturales. 
Pues tal es el enlace intangible de un Estado Nacional y sus organismos artísticos: 
El Estado crea y mantiene las instituciones artísticas, y las instituciones artísticas reflejan, representan, retroalimentan y reproducen al Estado Nacional. 
Crecen juntos. 
Es una clásica situación ganar-ganar

Por cierto, cada Estado Nacional debería constituir y mantener a elencos artísticos de todas las disciplinas y del más alto nivel profesional. Tal propósito se persigue políticamente a través de diálogo con los artistas y paritarias regulares. 
No hacerlas sería propio de una mentalidad perder-perder.



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