con enlaces a fuentes complementarias
1. El claustro de estudios y entrenamientos individuales.
2. Los ensayos grupales de cada elenco en un lugar adecuado, con los equipamientos técnicos específicos a disposición.
En cuanto a los integrantes de elencos musicales, un aforismo muy citado describe así su labor:
"En casa, cada uno aprende su parte. En los ensayos aprende la parte de los demás".
Por parte de la patronal, la disposición de regímenes laborales para elencos artísticos suele apuntar a la máxima cantidad posible de producciones y presentaciones públicas. El límite es el agotamiento psicofísico del trabajador, como en cualquier otro rubro. Cabe mencionar que el rubro en cuestión es conocido por la frecuencia de enfermedades profesionales y jubilaciones prematuras, es decir: esa profesión quema a su gente.
En el caso de los instrumentistas y cantantes profesionales, a lo largo de los siglos se estableció en todo el mundo la relación aproximada 1:1* (mitad/mitad) entre labor individual y grupal como más eficiente respecto del producto a entregar al público (un concierto y/o una producción multimedia) [*En el caso de los bailarines, se estableció la relación aprox. 1:6]. Ya el Decreto 4345/72 que determina el régimen laboral de la Orquesta Sinfónica Nacional en este sentido, fue elaborado en su momento con referencia a estándares internacionales. El Decreto 973/08 volvió a consolidar los mismos conceptos, igual que el Decreto 669/22.
Traducido a horas laborales, los regímenes laborales de los elencos musicales del CC/ Decreto 669 están correctamente enmarcados en 21 horas semanales de trabajo en conjunto, por lo que quedarían 19 horas semanales de trabajo individual. El trabajo individual es responsabilidad personal e inalienable de cada artista. El control de su cumplimiento lo ejerce el público. A un artista mal preparado, la gente pronto le empezaría a tirar tomates.
Los artistas profesionales suelen vivir bajo el yugo de la sensación de que ni la cantidad de ensayos ni la cantidad de horas de preparación alcanza del todo para sentirse en los conciertos a la altura de su autoexigencia. Por eso es muy común que un artista profesional no sabe qué es un fin de semana libre. Muchos hasta sacrifican sus vacaciones para meterse en entrenamientos o proyectos artísticos personales especialmente desafiantes que aportan a su crecimiento personal. Cada hora del día es tiempo aprovechable para perfeccionarse.
Por ello, citar a músicos profesionales a que firmen planilla de asistencia cuando no hay actividad grupal programada o dónde no tienen participación real por "exigencia de partitura", es un atropello que ha ocurrido tan sólo en dos oportunidades, en Argentina, durante lapsos de aprox. dos a seis semanas.
En los vaivenes de una temporada artística, las mencionadas proporciones entre trabajo en conjunto y en casa pueden variar. Puede ser que la patronal programe menos conciertos, o que una presentación es repetida múltiples veces sin que hayan empezado ensayos para la próxima producción, o que se aumente la cantidad de ensayos para un repertorio excepcionalmente difícil, o que haya menos conciertos por haber concursos para cargos vacantes.
En las orquestas varían, de obra en obra, los así llamados orgánicos, es decir, la exacta cantidad y conformación del conjunto de los instrumentos exigidos por la partitura, generando aquí y allá los así llamados "sin parte".
Nada de eso es escandaloso. En nada de eso se podría "ahorrar" presupuesto. Todo eso es un equilibrio vital de aprendizaje colectivo y producción artística en conjunto que se cultivó al máximo rendimiento en siglos de ejercicio artístico y tiene su sana razón de ser exactamente así.
Quien tiene dudas pregunte a un experto.
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